La piedad sería pecado

viernes, 11 de enero de 2008 em
Arrójalo contra la pared y no lo dejes pedir clemencia; acósalo en ese preciso lugar en el cual te regale su vida en forma de súplica galopante, sí de atrevimientos se trata sorbe sus lágrimas como fruto de lo que tus caderas provocan, no des marcha atrás con esos compaces que te han regalado. No hay más refugio que las delicias que por senos llevas, no hay más rencor que esperar a centímetros de tu vulva, mas castigo que tu vientre lastimado sería en vano. Tus labios principio de carne y hummillantes vocablos que les quedan por dar.



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